- Existe mucha más nada que algo. Aproximadamente el 74% del universo es
“nada”, o lo que los físicos llaman energía oscura; el 22% es materia
oscura, partículas que no se ven. Solo el 4% restante es materia
bariónica, eso a lo que nosotros llamamos “algo”.
- E incluso ese
algo es principalmente nada. Los átomos constan en su mayor parte de
espacio vacío. La solidez de la materia es una ilusión creada por los
campos eléctricos creados por las partículas subatómicas.
- A
cada segundo que pasa hay más y más nada. En 1998, los astrónomos
midieron la expansión del universo y determinaron que la energía oscura
está expandiendo empujando al universo a una velocidad en constante
aceleración. El descubrimiento de la nada - y su habilidad para
influenciar en el destino del universo - es considerado el hallazgo
astronómico más importante de la pasada década.
- Pero hasta la
nada tiene un peso. La energía de la materia oscura es equivalente a una
masa diminuta; existe aproximadamente medio kilo de energía oscura en
un cubo de espacio vacío que mida 402.576 kilómetros por cada lado.
- En el espacio, nadie puede oírte gritar: el sonido, una onda mecánica,
no puede viajar a través del vacío. Sin materia a través de la cual
vibrar, solo existe el silencio.
- ¿Entonces que pasa si estamos
en el espacio y queremos ver esa mítica serie cómica “que no iba sobre
nada”? Afortunadamente, las ondas electromagnéticas, incluyendo la luz y
las ondas de radio, no necesitan de un medio a través del cual viajar,
por lo cual aún podríamos ver las reposiciones de Seinfeld.
- La
luz puede viajar a través del vacío, pero no hay nada sobre lo que
refractarse.
- Los agujeros negros no
son agujeros, o vacíos; son todo lo contrario a la nada, siendo en
realidad las concentraciones de masa más densas que se conocen en el
universo.
- El “cero” aparece por primera vez en las tablillas
cuneiformes escritas por los babilonios alrededor del 300 A.C., quienes
lo usaban como un marcador de posición (para distinguir al 36 del 306 o
del 360, por ejemplo). El concepto del cero, desde el punto de vista
matemático, fue desarrollado en la India en el siglo V.
- Cualquier número dividido por cero es… nada, ni siquiera cero. La ecuación es matemáticamente imposible.
- Se dice que el Abdul Hamid II, sultán del Imperio Otomano a comienzos
del siglo XX, hacía que sus censores eliminaran la referencia a la
fórmula H2O de los libros de química, ya que estaba seguro de que
significaban “Hamid Segundo no es nadie”.
- El arte medieval era
principalmente plano y bidimensional hasta el siglo XV, cuando el
arquitecto florentino Filippo Brunelleschi concibió el punto de fuga, el
lugar en el que las líneas paralelas convergen en la nada. Esto
permitió el desarrollo de la perspectiva en el arte.
- Aristóteles escribió una vez: “la naturaleza aborrece el vacío”, así que
él hizo lo mismo. Lo absoluto de su negación del vacío, y la posterior
influencia de su figura en la enseñanza de los siguientes siglos, evitó
que el mundo occidental conociese el cero hasta el Siglo XIII, cuando
los banqueros italianos descubrieron que era extraordinariamente útil en
las transacciones financieras.
-En la Tierra el vacío no absorbe cosas. Crea espacios hacia los cuales, la atmósfera circundante, empuja a la materia.
- Creatio ex nihilo, la creencia de que el mundo fue creado a partir de
la nada, es uno de los temas más comunes en las religiones y mitologías
antiguas.
- Las teorías actuales sugieren que el universo fue creado a partir de un estado de vacío energético, es decir, de la nada.
- Pero para un físico no existen nada que pueda ser llamado “nada”. El
espacio vacío está en cambio lleno de pares de partículas y
antipartículas llamadas partículas virtuales, que se forman rápidamente
y, siguiendo la ley de la conservación de energía, se aniquilan entre si
en aproximadamente 10-25 segundos.
- Estas partículas virtuales, cuya existencia irrumpe y desparece, crean
energía. De hecho, según la mecánica cuántica, la energía contenida en
todas las centrales energéticas y armas nucleares del mundo, no alcanzan
a igualar la energía teórica contenida en los espacios vacíos que
existen entre estas palabras.
- En otras palabras, la nada podría ser la clave para descubrir una teoría del todo.